Este año se celebra el sexto aniversario de la Escuela Internacional de Cerámica Corrie Bain en Barcelona, un destino para ceramistas de todo el mundo. Para conmemorar este hito, nos sentamos con la fundadora de la escuela, Corrie Bain, para conocer su trayectoria artística y descubrir cómo su inquebrantable compromiso con la creatividad la ha llevado desde los talleres de su infancia hasta los rincones más remotos del mundo, para finalmente establecerse en el corazón de Barcelona.

Una infancia marcada por el arte y la naturaleza

El amor de Corrie por la cerámica comenzó en la infancia. Criada en un hogar impregnado de creatividad, su padre, Alan Bain, era ceramista, y su madre, Schoniad, era trabajadora social que apoyaba las artes. “Nuestra casa estaba llena de arte, y estábamos constantemente rodeados de artistas que venían de visita”, recuerda. “Fue una educación verdaderamente internacional: la cerámica no era solo un interés, formaba parte de mi vida

Nacida en Escocia, Corrie pasó sus primeros años en Grecia, en la isla de Evia. Sus padres asumieron la gestión de Candili Mountain Pottery, diseñada por Michael Cardew, donde personas de todo el mundo acudían para realizar cursos intensivos de cerámica. Formaba parte de la finca Achmetaga, propiedad de Francis Noel Baker, un entorno idílico pero lleno de actividad, rebosante de creatividad y naturaleza. “Vivíamos en una granja autosuficiente repleta de plantas, animales y energía artística. Era un lugar donde la vida y el arte se entrelazaban de manera natural.”

La conexión de Corrie con la cerámica comenzó casi como un joc. “Siempre estaba en el taller de cerámica de mi padre”, cuenta. “Era un món d’exploración y experimentación, pero en aquel entonces no me daba cuenta de lo especial que era aquella experiencia. Pensaba que a todos los niños les encantaba la cerámica.”

Más allá del taller, la infancia de Corrie estuvo profundamente influenciada por la tierra y su flora y fauna. Recuerda cómo Francis Noel-Baker, el propietario de la finca y un botánico apasionado, le enseñaba los nombres latinos de las plantas. “Me dio una sección del jardín para plantar y cultivar flores, despertando así un amor por la botánica que me ha acompañado toda la vida. Esta conexión con la naturaleza influyó profundamente en mi visión artística, especialmente en obras posteriores como la serie Seed Pod.”

Una revelación en la escuela de arte

Incluso de niña, Corrie sabía que quería asistir a la escuela de arte. “Lo único que tenía claro era que quería ir a una escuela de arte y que quería probar muchos materiales diferentes, sin quedarme limitada a uno solo, porque yo quería hacer arte. Siempre se trató de la expresión. Era mucho más una cuestión de pensar: ¿cómo puedo expresar un concepto, o cómo puedo transmitir una idea? El medio no era realmente lo importante.” Para prepararse, desde los doce años empezó a tomar clases de dibujo clásico los sábados, viajando una hora y media de ida y otra de vuelta para estudiar bodegones y técnicas de dibujo, y fue construyendo un portafolio sólido durante cinco años.

Pero el camino de Corrie hacia la escuela de arte no fue sencillo. Frente a desafíos económicos, ahorró suficiente dinero para regresar a Escocia, donde compaginó cursos preparatorios con trabajos a tiempo parcial para asegurarse una plaza. Su persistencia dio frutos cuando finalmente fue aceptada en su primera opción, el Edinburgh College of Art. “Entrar en la escuela de arte fue un sueño hecho realidad”, afirma. “Fue un punto de inflexión, donde empecé a ver el arte no solo como una pasión, sino también como un futuro posible.”

En Edimburgo, Corrie exploró una amplia gama de disciplinas, desde ilustración y escultura hasta fotografía y joyería. Pero no fue hasta el final del primer año, cuando finalmente cursó un módulo de cerámica, que todo encajó. “Fue como un momento de revelación”, explica. “La cerámica reunía todo lo que amaba: la exploración conceptual, el trabajo físico y la conexión con la naturaleza. Me di cuenta de que esto era lo que quería hacer el resto de mi vida.”

Conectando con culturas a través de la cerámica

Tras la escuela de arte, el viaje de Corrie la llevó por todo el mundo, y cada destino añadió una nueva dimensión a su arte. Una de sus experiencias más formativas fue en Corea del Sur, donde vivió durante dos años aprendiendo de maestros ceramistas coreanos en el pueblo de Anseong, en la provincia de Gyeonggi-do, cerca de Icheon. Visitó talleres y asistió a clases con maestros como Lee Yeounhyu, Lee In Chin, Lee Kang Hyo, Yoo Kwangyul y Han Ho Hyon, aprendiendo a crear cerámica coreana Buncheong, Sanggam y Onggi. “La cerámica coreana me abrió los ojos a las posibilidades del barro tanto como forma artística como medio funcional”, explica. “Su dominio de la forma y la expresión, especialmente en el expresionismo abstracto, fue revolucionario.”

Sus viajes también la llevaron a Japón, donde, a través de su amigo y también ceramista Phil Rogers, conoció a Tomoo Hamada, nieto de Shoji Hamada, y asistió a talleres con Ken Matzuzaki en el pueblo ceramista de Mashiko. Continuó investigando la filosofía oriental y la cerámica en Bizen y Kioto, centrándose en profundizar en la técnica de cocción Raku y en aprender el arte del Kintsugi. “En Japón, me impactó profundamente la filosofía del wabi-sabi —la belleza de la imperfección— y cómo se alineaba con mis propios valores artísticos”, explica.

Corrie también visitó China, donde viajó a Pekín, Xian, Yunnan y Yixing, y asistió a talleres en Jingdezhen, donde aprendió a trabajar la porcelana junto a ceramistas locales. “En China, la historia de la porcelana y su brillantez técnica me inspiraron a llevar la arcilla más allá de sus límites,” afirma. También visitó Corea y Tailandia en el curso de su investigación sobre los esmaltes celadón, siendo cada cultura una influencia profunda en su obra.

A medida que Corrie se sumergía en cada cultura, aprendía no solo diferentes técnicas cerámicas, sino también las filosofías y tradiciones que las sustentan. “La cerámica se convirtió en una forma de conectar profundamente con las personas y los lugares”, explica. “Es un lenguaje universal que trasciende fronteras.”

Echando raíces en Barcelona

El camino de Corrie finalmente la llevó de regreso a Europa, donde se estableció en Barcelona. Inicialmente llegó para aprender español y reencontrarse con su hermana, pero la energía creativa de la ciudad la conquistó. “Barcelona me pareció el lugar perfecto”, comenta. “Es una ciudad que celebra el arte y el diseño, pero que también está muy cerca de la naturaleza —un equilibrio que necesito para prosperar.”

Corrie empezó a impartir talleres y a crear su propia obra, pero pronto vio la necesidad de una educación cerámica más completa. “Muchos de mis alumnos querían algo más que cursos breves”, explica. “Buscaban un programa que combinara habilidades técnicas con exploración creativa, algo que los preparara para una carrera en la cerámica.”

En 2019 nació la Escuela Internacional de Cerámica Corrie Bain, ofreciendo como curso principal un intensivo de tres meses. “El curso está diseñado para proporcionar una base sólida”, dice Corrie. “Se trata de dar a los estudiantes las herramientas y la confianza necesarias para perseguir su visión, ya sea montando su propio taller, exponiendo su obra o continuando su formación.”

Naturaleza, textura y experimentación

La obra de Corrie está profundamente enraizada en su conexión con la naturaleza, un tema que atraviesa gran parte de su trabajo, incluida su icónica serie Seed Pod. “La serie Seed Pod comenzó como una exploración de la forma y la textura”, explica. “Está inspirada en imágenes microscópicas de semillas y en los patrones orgánicos que se encuentran en la naturaleza.”

La serie ha evolucionado a lo largo de dos décadas, reflejando el crecimiento de Corrie como artista. “Cada pieza es única, una meditación sobre la materialidad y la forma. Abrazo los retos de trabajar con porcelana: es un material delicado y exigente, pero recompensa la paciencia y la precisión.”

La experimentación está en el corazón del proceso creativo de Corrie. “Nunca repito una pieza”, afirma. “Cada obra es una oportunidad para superar límites, ya sea explorando nuevas texturas, formas o técnicas. Para mí, la alegría de la cerámica reside en las posibilidades infinitas del barro.”

Corrie también ha creado instalaciones escultóricas, incluyendo obras figurativas de carácter sociopolítico relacionadas con temas como la crisis de refugiados sirios, cuestiones medioambientales y el Brexit. Ha colaborado con otros artistas en grandes piezas escultóricas, como Banquet Table Tales en colaboración con Antoni Miralda, expuesta en la Documenta Exhibition y actualmente parte de la colección permanente del Grimm Welt Museum, en Kassel, Alemania.

Guiando a la nueva generación de ceramistas

Como profesora, Corrie encuentra una enorme satisfacción en mentorizar a sus alumnos. “La parte más gratificante es ver cómo se sorprenden a sí mismos”, dice. “Cuando los estudiantes superan sus propias expectativas, es mágico. Se trata de crear un entorno donde puedan explorar, experimentar y crecer.”

El curso de tres meses de la escuela abarca desde la química de los esmaltes y la creación de moldes hasta los conceptos artísticos y el desarrollo de portafolios. “Es un curso intensivo, pero diseñado para ofrecer una base completa”, explica Corrie. “Ponemos énfasis tanto en el dominio técnico como en la expresión creativa, animando a los estudiantes a desarrollar su propia voz.”

Muchos graduados han llegado a exponer internacionalmente, abrir sus propios estudios o continuar con estudios superiores. “Es increíble ver cómo se despliegan sus trayectorias,” comenta Corrie. “Se van no solo con habilidades, sino también con confianza y una dirección clara.”

Seis años de la Escuela Internacional de Cerámica Corrie Bain

Con motivo del sexto aniversario de la Escuela Internacional de Cerámica Corrie Bain, Corrie reflexiona sobre el impacto del proyecto y mira hacia el futuro. “Estos seis años han consistido en construir una comunidad —un lugar donde personas de todo el mundo puedan reunirse para compartir su pasión por la cerámica.”

Para Corrie, el viaje está lejos de haber terminado. “La cerámica es una búsqueda de toda la vida”, afirma. “Siempre hay más por aprender, más por crear y más por compartir. Esta escuela es solo el principio de algo mucho mayor: un legado de creatividad, maestría y conexión.”

Tanto si eres un ceramista emergente como un amante de este arte, la Escuela Internacional de Cerámica Corrie Bain te invita a celebrar seis años de creatividad e innovación. Explora nuestros cursos y visita nuestro estudio para descubrir las piezas creadas por los estudiantes, coworkers y artistas que forman nuestra comunidad creativa.